lunes, 4 de abril de 2011

Cosas de la vida. O más bien de la muerte

A menudo, siento miedo. Miedo a la muerte. Miedo a que mi ente no trascienda en el tiempo.
No me preocupa que mi cuerpo pase a ser parte del culo de un mono, o simplemente un juguete para los jóvenes universitari@s de medicina.
Sería aburrido vivir eternamente, pero tampoco me gusta la idea de no volver a pensar, no poder observar la evolución del universo desde un sillón, no poder mancharme la boca de Nocilla (blanca siempre) a cucharadas, ni experimentar nada parecido al amor.

El alma es una perfecta creación, que no debería, en mi opinión perderse. Aunque ésta duda, siempre será el mayor secreto guardado por dios (en minúscula). Esa cosa que creó la materia y dijo: "jojojojo a partir de ahora, la materia ni se crea ni se destruye" , y empezó a hacer malabares con los planetas lanzándolos por ahí, haciéndolos orbitar, jugando con fuego. Claro, no tenía una madre que le dijera: ¡Niño! ¡Con fuego no se juega!

Dios, no niego que no exista, pero si existieras, killo, te contrataría para mi empresa del tirón. Teniendo millones de años para hacerlo todo, ¡lo haces en siete! La verdad que fuiste ingenioso, todo hay que decirlo. Creaste un niño con dos padres y la madre virgen! Como diría Toni Rodriguez, ¡esto lo coge Almodovar y le dan un Oscar de fijo!


Con tanto momento fricada me he despistado de lo que realmente quería hablar, que eran hablar un poco de las matemáticas en la naturaleza. Pero eso será en otra entrada, que esta me gusta tal y como ha quedado ya.

Salú.


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