martes, 30 de julio de 2013

Con 4 carrerones y dando clases.

Hoy en una estación de Sevici, las bicicletas de alquiler de Sevilla, me ha llamado mucho la atención un cartelito de publicidad de una chica que decía así:
Clases de física, matemáticas y química 
Soy licenciada en Física, Máster en Física Médica, Máster en Física Nuclear y Diplomada en Protección Radiológica. Cuento con una amplia experiencia en docencia universitaria (5 años), bachillerato y ESO (2 años) y clases particulares (1 año) Preparación para pruebas de Selectividad y exámenes online.
Clases a 12 euros la hora en mi domicilio (Alameda) (de 1 a 2 euros por trasladarme hasta su domicilio) Tengo disponibilidad horaria todos los días.
Me ha llamado muchísimo la atención cómo una persona con tanta formación (cuatro carrerones) pueda estar dedicándose a dar clases particulares. Me parecería genial si de verdad se ha planteado su vida
en la docencia, pero de no ser así, el hecho me parece bastante triste. Es triste que dediques tanto tiempo de tu vida a formarte para acabar en un puesto concreto y tengas, por necesidad o por resignación al no encontrar trabajo tengas que dedicarte a otra cosa.

Hace nada, el presidente del CSIC, el referente de la ciencia en España afirmaban que la entidad se encuentra en una situación catastrófica y que necesitan 25 millones para acabar el año. ¿Cuándo apostaremos por la ciencia, cuáaaaando?

http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/07/09/actualidad/1373369672_976255.html


Crap. La historia del cuadro.


Hoy he tenido una entrevista de trabajo para una beca para una empresa importantísima a nivel mundial =)! (Crucemos los dedos...!) Tuvimos una breve conversación en inglés. Una de las preguntas que me hicieron en inglés fue que le contara alguna historia interesante que hubiera tenido viajando.

En aquel momento no se me vino a la mente ninguna historia en concreto, pero después haciendo memoria de las situaciones que he vivido viajando no he parado de recordar historias bastante cómicas.

Hoy quiero compartir una de ellas con vosotros, que me pasó en Irlanda sobre el año 2007.
Fuimos una pareja de irlandeses y yo a un museo. Mientras mi colega (de cincuenta y tantos) y yo íbamos andando por dicha galería, le pregunto: "What's the style of this design"  (¿Cuál es el estilo de este diseño?)
El tío me responde: "It is called CRAP" (Se llama mierda) Por aquellos años yo no conocía el significado de dicho término, que por cierto es de origen más bien americano. Al reunirnos con su esposa, Paula, me pregunta ella: "What paints did you like???" (Qué pinturas te gustan?) Y yo dije señalando la susodicha pintura de la que me habló mi amigo: "That one, it's crap, I like crap" (Esa, es mierda, me gusta la mierda)

El irlandés, mi gran amigo y maestro de la vida, Dave no podía parar de reir. Antes de irnos, le pregunté yo a Dave cuál era su pintura favorita. Él, con un humor muy fino, señaló un ventanal. Jajajaja! Todavía me descojono de ese momento.

Y cuántos buenos momentos habré vivido en esos viajes que marcan tu vida para siempre y te sacan un poco de la rutina. Es dicho motivo causa de que se retengan tan bien en la memoria.

Saaaaalu2.


miércoles, 3 de julio de 2013

Historias que son sellos


La sociedad occidental históricamente ha tenido por valores el respeto y la admiración por las personas mayores, cuyo hilo de vida les ha proporcionado experiencias que les marcan de por vida. Valores por los que siento un gran respeto. En el actual siglo XXI, tenemos que tener en cuenta también que debido a la globalización, el mundo se ha hecho más pequeño, y que un joven de 25 años puede haber viajado y vivido experiencias por doquier. Hace menos de un siglo mis abuelos viajaban de viaje de novios a Sevilla. ¡Ahora es extraño que unos novios viajen de luna de miel dentro de España!

Hoy quiero contar dos historias que han marcado mi vida estos años, y que algún día contaré a mis hijos para que no caigan en el mismo error que yo.

La estafa del Aquapark.

Año 2006. Ahí estábamos, un grupo de jóvenes inocentes dispuestos a pasar un día entre amigos de diversión en el Acuapark, o dicho en gaditano, el Acuasherry. Haciendo cola para comprar las entradas, se nos presentan dos chicos, uno de ellos con una tabla de corcho [en un principio me pareció algo extraño]. Nos ofrecían entradas, que pude leer ante sus ojos que eran invitaciones que tienen los socorristas, pero era el último día de parque, y nos comentaron que no las iban a usar.
Compramos las dos entradas entre todos para que todos los amigos pagáramos lo mismo, aunque en un par de minutos pudimos comprobar la trampa en letra pequeña: Las entradas eran del año anterior... Menos mal que el personal del parque tuvo comprensión y nos dejó acceder con las susodichas entradas.
Desde ese día, mi escepticismo por los ofrecimientos callejeros es altísima, y de momento, gracias a Dios no me la han colado más.

El taxista gracioso

Corría el año 2009, primer año de carrera para el servidor. Dicho año, (sobre todo el primer cuatrimestre) era frecuente que los amigos de la residencia cogiésemos taxis para desplazarnos por la noche a los lugares de fiesta. Lo que me parecía extraño era que a menudo en trayectos parecidos, hubiera una diferencia de precios de más de 3€, así que me aprendí todas las tarifas. Pagabas suplemento si: Salías desde Santa Justa, Puerto del Batán, o si llevabas maleta.
Una tarde, me dispuse a asistir a una conferencia de magia del gran Lennart Green (uno de los mejores mago del mundo, por cierto), y acababa de salir de prácticas de química, por lo que tomé un taxi hacia los Remedios, lugar donde estaba situado la AMS (Asociación Mágica Sevillana). La conversación fue distendida y alegre, aunque a la hora de pagar, pude comprobar que el taxista me incluyó dos maletas de suplemento, cuando mis únicos enseres eran mi cuaderno de anotaciones y mi baraja. Le dije: "me ha cobrado usted dos maletas de más, ¿me está usted tomando por tonto?" Su respuesta fue: "Aquí cada uno tira por donde puede" Y yo le respondí: "Efectivamente, eso mismo voy a hacer yo" Recapacité un poco, y con cierta compasión y pena le di el dinero que le correspondía (sin contar las maletas, por supuesto). Creo que esa tarde tanto él como yo aprendimos una lección importante.
Desde ese mismo día, siempre que entro en un taxi le cuento la historia al taxista con el ímpetu y el ánimo de infundir un cambio de mentalidad en el gremio, y de que no me la vuelvan a colar como en ese inolvidable año 2009.

Continuará ... =)